Nuestras aulas son universos completos. Repletas de suministros, libros de texto, herramientas tecnológicas y una miríada de elementos visuales, estas «cosas» crean un entorno rico y vibrante para el aprendizaje. Sin embargo, esta complejidad puede ser abrumadora, especialmente para los educadores que luchan por equilibrar múltiples responsabilidades y demandas.
En el pasado, he explorado la complejidad inherente de nuestras aulas y cómo esto puede contribuir al estrés y agotamiento de los docentes, e incluso a su abandono de la profesión. Pero, ¿qué podemos hacer al respecto? Una solución clave radica en la automatización.
La tecnología nos brinda la capacidad de automatizar una variedad de procesos, liberándonos de tareas mundanas y rutinarias para que podamos enfocarnos en lo verdaderamente importante: la enseñanza y el aprendizaje. Sin embargo, es importante recordar que la educación no puede ser completamente automatizada; la relación entre el maestro y el alumno es fundamental para el proceso de aprendizaje.
Entonces, ¿cómo podemos simplificar nuestras aulas a través de la automatización? Primero, debemos definir qué entendemos por automatización. No se trata solo de máquinas realizando tareas, sino de hacer que los procedimientos y sistemas sean más eficientes y menos demandantes.
Una forma de automatización en el aula es el seguimiento del almuerzo y la asistencia. Al utilizar la pantalla interactiva del aula, los docentes pueden llevar un registro rápido de quién está presente y quién no, liberando tiempo para interactuar con los estudiantes al comienzo de cada clase.
Otra área donde la automatización puede marcar la diferencia es en la comunicación con los padres. Herramientas como Automoto.io simplifican el proceso al sincronizar calendarios y publicaciones en redes sociales, permitiendo a los docentes mantener a los padres informados con facilidad.
Además, los adultos en el aula, como asistentes o voluntarios, pueden ayudar con diversas tareas, desde organizar materiales hasta revisar listas de verificación, liberando aún más tiempo para la enseñanza directa.
Incluso los asistentes virtuales, como Google Home o Alexa, pueden ser herramientas poderosas para la automatización en el aula. Desde establecer recordatorios hasta configurar temporizadores, estas tecnologías pueden agilizar procesos y simplificar la gestión del aula.
Si bien aún no estamos en un mundo donde nuestras aulas se asemejen a las de «Los Supersónicos», la implementación de la automatización puede aliviar significativamente la carga de la complejidad del aula. Al adoptar estas prácticas, los docentes pueden centrarse más en lo que realmente importa: inspirar y educar a la próxima generación.